¡Ah, la menopausia! Ese gran evento en la vida de una mujer, como la última temporada de tu serie favorita: te intriga, te confunde y a veces te deja sudando en mitad de la noche.
¿Sofocos? A veces, pero yo más pienso que se daña el termostato y vas del calor al frío, como el clima de Costa Rica: nunca nadie sabe. Bienvenida a tu nueva vida tropical, donde tu cuerpo decide convertirse en un sauna portátil. ¿Cambios de humor? Un minuto estás riendo a carcajadas con una película romántica, y al siguiente llorás porque tu taza de café se enfrió. ¡Bienvenida a la montaña rusa hormonal más intensa que has vivido!
¿La parte positiva?. Esta fase es también la gran liberación. Decile adiós a los tampones y las toallas sanitarias y hola a una vida sin preocuparse del calendario menstrual. De repente, el bolso que siempre cargabas "por si acaso" se libera para otras cosas, como más snacks o esa novela que por fin vas a poder terminar.
Y sí, puede que te levantés a las 3 de la mañana con el repentino deseo de abrir la ventana de par en par, porque tu cuerpo ha decidido que ahora el calor lo maneja él. Pero al final del día, lo mejor de todo esto es que llegaste hasta aquí. Ya sacaste adelante a esas criaturas que devoraban tu tiempo (bueno, si es que ya no tenés adolescentes porque son todo un tema aparte), trabajaste como una campeona y lidiaste y sacaste adelante toda clase de situaciones. ¿Qué te puede hacer una pequeña ola de calor?
Así que, cuando los síntomas de la menopausia decidan hacer acto de presencia, respirá hondo, pon tu mejor cara sarcástica y pensá: “He pasado por cosas peores, y además, ahora puedo usar un abanico como accesorio de moda.”
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